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En la serie de Neflix, Mi otra yo, las constelaciones familiares reciben el nombre de “expansión de familia de origen”, que es un nombre muy clarificador sobre los vínculos entre los miembros de la familia y sus descendientes, a modo de expansión o influencia

Como la propia serie indica, “no es una terapia médica, sólo trabajamos con la raíz espiritual de la enfermedad”. En su constelación familiar, Sevgi (abogada) le dice a Zamán (constelador), cuando este le ofrece la granada: “hace tanto tiempo que ni siquiera recuerdo a qué sabe”. Ella ha hecho una asociación inconsciente entre esta fruta (su preferida en la infancia) con algo trágico como la muerte de su padre. 

Estas asociaciones son muy frecuentes y muchas veces guían nuestras decisiones. Como la manera que tiene de “vengar” su muerte en Mi otra yo: “por eso me hice abogada, para combatir el crimen. Pero con tanto combatir, me fui desgastando día a día”. Cuando llamamos vocación a una guerra interna, nunca llegamos a estar satisfechos, siempre estamos en lucha, nunca nada es suficiente. 

La vida en dos direcciones

En la teoría de las constelaciones familiares, las personas podemos orientarnos en dos direcciones: hacia adelante, donde estaría la vida, el futuro o hacia la muerte, hacia atrás, uniéndonos al destino de los que nos precedieron. Si pudiéramos preguntar a los que tuvieron un destino trágico qué esperan de nosotros, seguro que nos dirían que viviéramos plenamente. Por eso el gesto que Zaman le pide a la representante es “da un paso adelante para vivir la vida”.

Cuando la representante de Sevgi, postrada en el suelo llorando la muerte de su padre dice “noto un peso en los hombros”, le llega la imagen de su madre consolándose en ella, con sólo cinco años, alterando el orden de la jerarquía: los adultos son adultos y los niños son niños. Esta alteración provoca un exceso de responsabilidad y peso en nuestra edad adulta. La frase sanadora, que ordena y abre la mirada y descarga es “yo sólo soy tu hija y he estado haciendo de marido. Tú eres la adulta, no puedo cargar con esta responsabilidad”.

Una vez tiene los pesos de la mochila descargados, Sevgi, con la misma enfermedad por la que viene a constelar, se siente más liviana y ligera. ¿Podríamos decir que la protagonista de Mi otra yo ha mejorado su bienestar? Yo creo que sí.