Todo sobre mi madre… y sobre mí.
¿Cómo puedes decir que me parezco a mi madre?
A partir de los 4 meses, el feto empieza a oír los sonidos externos. Tanto las nanas y cariños que le dedican sus padres, como todo lo que también oye y siente su madre: sus alegrías y sus penas, sus discusiones, sus miedos.
Él es su madre, para lo bueno y para lo malo.
Cuando el bebé nace, sigue identificado con su madre. Se siente un mismo individuo. Ambos son uno solo.
Esta etapa de dependencia total es muy importante en la formación de su identidad. Con nuestra forma de responder a sus necesidades, él puede percibir que es importante (o no), que es fácil para él conseguir lo que necesita (o difícil), que es valioso (o un estorbo). Esta información va calando en el concepto que teje sobre sí mismo a partir de sus experiencias y la expresión de sus capacidades.
En el momento que somos conscientes de que somos un individuo diferente de nuestra madre, aprendemos conductas y patrones respuesta a sus estados de ánimo y a los nuestros. Su miedo se transmite a su cuerpo, a su expresión, y de esta manera, a través de nuestras neuronas espejo, a nuestra amígdala cerebral. Su miedo es nuestro miedo, su tristeza, la nuestra y hacemos propia su alegría.
La mayoría de los recuerdos de esta época no tienen palabras, ya que no tenemos lenguaje verbal, y van impregnando nuestro cuerpo y reposan en nuestro inconsciente.
¿No has sentido alguna vez que, al pasar por tu lado un perro, parece que se te congele la sangre, de puro miedo, sin haber tenido nunca una experiencia personal negativa con un perro? Te hablo de esto.
Y el patrón de respuesta a tu madre, y después a tu padre, conforma tu carácter. Es posible que tras llorar y llorar reclamando atención sin conseguirla, optases por quedarte callada y te fueras a tu habitación. Es preferible dejar a que te dejen, duele menos abandonar que te abandonen…Y el recuerdo verbal es “tú de pequeña eras muy solitaria, siempre estabas sola en tu habitación”, pero la realidad que se depositó en tu cuerpo es: “no me escucharon y tuve que retirarme”… Y ese es el patrón.
Ante esa niña que reclama atención, responde una guerrera o una solitaria o una estudiosa o una reivindicativa…que la protege pero a la vez la acalla.
Y siempre, dentro de ti, existe la observadora neutral que, si le das espacio, es capaz de presentarse, de darte paz y de abrazar a tu niña de manera respetuosa, sin juicio y reconfortarla hasta que se sienta totalmente acogida. También es capaz de coger a la guerrera y decirle: “descansa, que ahora me encargo yo”.
Esta tarde de fin de semana, hazte un favor, relájate, siéntate tranquilamente con un té, coge fotos de cuando eras pequeña y mírate, y como adulta deja sentir tu cuerpo y escribe lo que te venga: alegría, tristeza, no ser vista, una niña muy feliz…Abrázate, acaríciate como hubieras necesitado que lo hubiera hecho tu madre o como sientes que lo hizo realmente. Di lo que hubieras necesitado oír o lo que oíste. Date espacio y siente.
Y después coge una foto de tu madre adulta, la madre que tuviste. Mírala y di qué te provoca, que sientes. Deja que salga lo que sentías de pequeña.
Y desde la mujer adulta que eres, deja la foto de tu madre sobre la mesa y mírala tranquilamente. Y que tu cuerpo te guíe. No le pongas juicio. Es posible que tus brazos te pidan abrazarla, tocarla, darle las gracias por lo que con sus recursos te pudo dar, por lo que el cariño que, aunque te pareció poco, para ella fue todo el que podía dar en ese momento. Es posible que lo único que puedas agradecerle es haberte dado la existencia, entendiendo la vida como un regalo, por difícil que nos parezca.
También puede ser que tu cuerpo te pida levantarte y erguirte ante ella, como adulta que eres y decirle: “te dejo con lo tuyo, no me pertenece”, “tu tristeza es tuya”, “gracias por tu alegría, por tu protección”
Y, quizá tu momento es el de partida, que tus piernas te inviten a girarte, y a caminar, sin despecho, sin rabia, sin apego, al camino que es sólo tuyo, que sólo tú puedes transitar.
¿Cómo me pueden ayudar las constelaciones familiares en mis problemas de salud?
La medicina actual diagnostica y cura enfermedades, pero no siempre y no todas. La relación del paciente respecto al médico suele ser de sujeto pasivo. El paciente “espera” que la medicina lo cure. En nuestro sistema sanitario actual, todo gira alrededor de la enfermedad (patogénesis). Para la medicina actual los síntomas son “problemas” o “déficits”.
Actualmente hay un cambio de paradigma. Empezamos a centrarnos en la persona desde una perspectiva holística (la persona como un todo). La base es la salud (salutogénesis) y todo lo que contribuya a la misma. Así el paciente es más proactivo. Se potencian sus capacidades y fortalezas y las de su entorno.
Y esta manera de entender la salud, con el paciente y su entorno familiar en el centro, son el fundamento de trabajo de las constelaciones para la salud.
Las constelaciones para la salud no pretenden curar desde la perspectiva médica, no son una terapia médica, pero si amplían la visión que el cliente tiene de su enfermedad. No hay una constelación para cada enfermedad, ya que el síntoma manifestado puede señalar a diferentes patrones (en constelaciones familiares les llamamos vínculos). El síntoma es una puerta al inconsciente (personal y colectivo).
¿Desde cuándo se utilizan las constelaciones familiares?
Las constelaciones familiares son un método que tiene más de 50 años de experiencia y que se aplica en diferentes ámbitos. Se fundamenta en que cualquier asunto que nos preocupe, ya sea nuestra relación con otras personas (parejas, padres, hijos, compañeros), con el trabajo o con la enfermedad y los síntomas, puede ser una proyección de nuestros patrones de relación aprendidos al interactuar con nuestra familia de origen.
Conociendo estos patrones, que suelen ser inconscientes, podemos vivir de manera diferente las mismas circunstancias. Y la manera de acceder a estos patrones inconscientes es, entre otros métodos, el de las Constelaciones Familiares.
Las constelaciones familiares utilizan un método diferente al científico
El método que utilizamos en las constelaciones familiares es el fenomenológico. Para explicarlo sencillamente, observamos lo que pasa en la constelación y en el cliente, sin juicio, con escucha atenta, con mente abierta. Sería mantenernos en el “aquí y ahora”. Cuando trabajamos con constelaciones para la salud, el constelador pregunta al cliente sobre hechos importantes respecto a su familia de origen y la relación con el inicio o mantenimiento de la enfermedad. Estas preguntas, en sí mismas, son un puente al inconsciente del cliente. Y ese inconsciente personal o colectivo puede observarse en el transcurso de la constelación familiar.
¿Qué me aporta como médico ser consteladora para la salud?
Para mí, trabajar con las constelaciones familiares me permite situarme en el lugar que creo que debo estar en la relación con el paciente (relación médico-paciente). En las constelaciones para la salud, no se trabaja con listados de enfermedades, sino que diferentes síntomas en el mismo cliente pueden tener el mismo significado. El facilitador no juzga ni opina, sólo permite que se desarrolle el trabajo y que el cliente obtenga las respuestas que en ese momento sea capaz de procesar.
En las constelaciones para la salud, no hay relación paternalista ni de superioridad entre el facilitador y el cliente, como suele pasar en la medicina tradicional en la que el médico opina, valora, aconseja.
El paciente (en constelaciones familiares lo llamamos cliente) es la parte activa de su bienestar. Él es quien trae el asunto y se muestra predispuesto a abrirse a mejorar su salud. Y la manera es dejar que su inconsciente nos muestre los vínculos creados con el síntoma o las fidelidades con algún miembro de su familia.
Para mí, las constelaciones para la salud complementan mi práctica médica habitual.
¿Qué relación existe entre una enfermedad y el entorno familiar?
En la constelación para a salud, el sistema de origen, la familia de origen es fundamental. Sólo entendiendo la relación que el cliente guarda con los miembros de su familia, podremos entender qué relación guarda con el síntoma. Desde esta mirada, el síntoma o enfermedad no son los enemigos. Forman parte de la respuesta o solución, no del problema.
Cuanto más nos resistimos a algo, menos lo aceptamos, más perdura. En las constelaciones para la salud, la aceptación, la integración es la clave. Cuando vemos al síntoma y reconocemos el tiempo que nos ha acompañado, notamos que al fin podemos respirar hondo, como si nos hubiéramos quitado un peso de encima. Ese suspiro profundo nos conecta con nuestro inconsciente y nos ayuda a comprender. Y esta comprensión nos sitúa como adultos ante nuestra realidad, ayudándonos a dirigir nuestra vida hacia la salud.
¿Son incompatibles las constelaciones para la salud con mi tratamiento habitual?
En ningún caso. La mayoría de las veces, lo complementan.
En resumen, podríamos decir que, respecto a la medicina actual, la terapia con constelaciones para la salud no pretende curar, pero si sana. No dirige, pero ayuda a abrir los ojos. No juzga, da el poder al cliente para ver que le sirve y que no. Los miembros de la familia de origen y sus circunstancias son muy importantes, no sólo sus antecedentes médicos. El terapeuta no sabe más que el cliente, sino que lo acompaña en su camino de aprendizaje. Las constelaciones para la salud, no son magia, ayudan a ver lo que habitualmente no podemos ver, porque abre el camino al inconsciente. En las constelaciones para la salud, no se sigue el método científico en el que hay un listado de síntomas y signos que conforman un listado de enfermedades a los que les corresponde un tipo de tratamiento concreto, sino que observando lo que pasa a cada momento en el campo (espacio ocupado por los muñecos, plantillas o representantes en la constelación) y el efecto que tiene en el cliente, van surgiendo diferentes comprensiones que se comparten con el cliente. En este caso, él y su sistema son los principales protagonistas, no el terapeuta.
Si nos rompemos un hueso o tenemos una neumonía o un accidente de tráfico con múltiples lesiones, la medicina actual tiene toda su razón de ser. Gracias a los avances de esta medicina, muchos pacientes con enfermedades graves y/o incurables ahora tienen una vida más larga y de mayor calidad. Pero saber cómo nos afecta el trauma que representa esta enfermedad no es incompatible con su tratamiento habitual, sino que lo complementa. En personas con enfermedades o síntomas crónicos con escasa respuesta a los tratamientos ensayados, la terapia de constelaciones para la salud es un excelente complemento (dolor crónico, alergias, intolerancias, ansiedad, insomnio…). Saber qué posición ocupa esta enfermedad en nuestra vida y en nuestra familia y cómo nos relacionamos con ella, nos sitúa en un lugar diferente. Ese nuevo lugar, esa nueva perspectiva, contribuye a mejorar la SALUD en MAYÚSCULAS.
Sana las heridas de tu pasado a través de la terapia que ha popularizado esta serie de Netflix
En el segundo episodio de Mi otra yo, la serie de Netflix que indaga en las constelaciones familiares, podemos ver una constelación grupal en la que Zaman (constelador) no le pregunta a Leyla el asunto que quiere constelar ni la historia o los hechos familiares. Lo único que hace es explicar que lo que van a ver no es ni un teatro, ni un juego, es un ejercicio espiritual. Y pide que escoja un representante para ella.
El resto se desarrolla sin más pistas, es lo que conocemos como constelación “ciega”. Y aquí, desde la delicadeza y el debido respeto a lo que se va a mostrar (la única que falta al respeto es Ada, la cirujana), podemos ver que la historia (aquello que se explicó en la familia de leyla) no es lo que en realidad pasó. El drama migratorio antiguo y por desgracia actual, ahogará muchos secretos como el de Eleni, la abuela de Leyla.
Esta constelación que muestra la escena de Mi otra yo es “transgeneracional” y la explica el narrador de la serie: “que revivamos las cosas una y otra vez o que pasemos por un mismo ciclo, de maneras distintas, ¿podría deberse a una herida del pasado? Cuando hablamos de pasado, sólo pensamos en el nuestro, pero también es el de nuestros padres, abuelos, incluso el de sus padres”. Las vidas se cruzan y quedan unidas, desde el punto de vista de las constelaciones familiares, entre víctimas y verdugos.
La empatía con los representantes
Decía Bert Hellinger, creador de las constelaciones familiares que, en una constelación, los representantes sienten los sentimientos de los representados (Ada de Eleni lo que Toprak de su asesino). Pero también se muestra claramente que los asuntos propios se vuelcan en la constelación: el dolor, la rabia, el rencor que Ada siente contra Toprak.
Pareciera que une más el odio que el amor. Lo que les pide Zaman es un gesto que intenta sanar uno de los órdenes del amor, el del equilibrio entre el dar y el tomar: “le devuelves a ella lo que es suyo por derecho” y “¿le quitas a él lo que es tuyo?”
El episodio de Mi otra yo acaba con la integración de la verdadera historia de Eleni y el ritual que Leyla le brinda: una lámpara en el mar nocturno y un deseo al aire: “Dios acoja el alma de Eleni”.
Constelaciones familiares: el método detrás de ‘Mi otra yo’ que ayuda a orientarse en la vida
En la serie de Neflix, Mi otra yo, las constelaciones familiares reciben el nombre de “expansión de familia de origen”, que es un nombre muy clarificador sobre los vínculos entre los miembros de la familia y sus descendientes, a modo de expansión o influencia.
Como la propia serie indica, “no es una terapia médica, sólo trabajamos con la raíz espiritual de la enfermedad”. En su constelación familiar, Sevgi (abogada) le dice a Zamán (constelador), cuando este le ofrece la granada: “hace tanto tiempo que ni siquiera recuerdo a qué sabe”. Ella ha hecho una asociación inconsciente entre esta fruta (su preferida en la infancia) con algo trágico como la muerte de su padre.
Estas asociaciones son muy frecuentes y muchas veces guían nuestras decisiones. Como la manera que tiene de “vengar” su muerte en Mi otra yo: “por eso me hice abogada, para combatir el crimen. Pero con tanto combatir, me fui desgastando día a día”. Cuando llamamos vocación a una guerra interna, nunca llegamos a estar satisfechos, siempre estamos en lucha, nunca nada es suficiente.
La vida en dos direcciones
En la teoría de las constelaciones familiares, las personas podemos orientarnos en dos direcciones: hacia adelante, donde estaría la vida, el futuro o hacia la muerte, hacia atrás, uniéndonos al destino de los que nos precedieron. Si pudiéramos preguntar a los que tuvieron un destino trágico qué esperan de nosotros, seguro que nos dirían que viviéramos plenamente. Por eso el gesto que Zaman le pide a la representante es “da un paso adelante para vivir la vida”.
Cuando la representante de Sevgi, postrada en el suelo llorando la muerte de su padre dice “noto un peso en los hombros”, le llega la imagen de su madre consolándose en ella, con sólo cinco años, alterando el orden de la jerarquía: los adultos son adultos y los niños son niños. Esta alteración provoca un exceso de responsabilidad y peso en nuestra edad adulta. La frase sanadora, que ordena y abre la mirada y descarga es “yo sólo soy tu hija y he estado haciendo de marido. Tú eres la adulta, no puedo cargar con esta responsabilidad”.
Una vez tiene los pesos de la mochila descargados, Sevgi, con la misma enfermedad por la que viene a constelar, se siente más liviana y ligera. ¿Podríamos decir que la protagonista de Mi otra yo ha mejorado su bienestar? Yo creo que sí.
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